Vender una casa puede ser una opción cuando tienes que mudarte, pero no estás muy seguro de si es el momento de vender. Claro, muchos propietarios que necesitan mudarse deciden vender su casa actual para poder tener mucho dinero en efectivo para comprar la próxima.
Ser propietario de una propiedad para alquiler, después de todo, genera ingresos predecibles a largo plazo. Pero no te equivoques, volver al rol de arrendador conlleva algunas responsabilidades importantes y una gran cantidad de dolores de cabeza.
Aquí hay algunas preguntas que debes hacerte para decidir qué camino es el adecuado para ti.
¿PUEDES PERMITIRTE EL LUJO DE SER DUEÑO DE DOS CASAS?
Los medios financieros deben ser el componente número 1 al sopesar si quedarte o no con la casa en la que ya no vivirás. Esto es lo que eso significa:
Primero, considera si necesitarás dos hipotecas, una para la nueva casa que (presuntamente) estás comprando y otra para el alquiler potencial. Si has sido dueño de tu casa durante el tiempo suficiente, es posible que tengas suficiente valor líquido para poder pagar el saldo y estar libre y limpio. De lo contrario, querrás consultar con un asesor hipotecario para asegurarte de que puedes calificar para una hipoteca tanto para el alquiler como para la casa en la que vivirás.
Haz los cálculos sobre el retorno de la inversión de un alquiler. Consulta las tarifas de alquiler locales y verifica si hay un flujo de inquilinos viable. Si dependes de los ingresos por alquiler para cubrir la hipoteca de tu nuevo hogar, deberás poder cobrar lo suficiente para cubrir eso y algo más. Después de todo, un alquiler conlleva sus propios gastos, como mantenimiento, reparaciones y, si optas por ello, la administración de la propiedad. También puede haber ocasiones en que la casa se quede vacía entre los inquilinos. Por lo que, si la cantidad mensual total que necesitas supera el valor de mercado de alquiler, puedes terminar teniendo una pérdida mensual.
También ten en cuenta los posibles beneficios fiscales. Verifica qué costos puedes cancelar, como intereses hipotecarios, impuestos a la propiedad, gastos operativos, depreciación y reparaciones. Estos gastos son deducciones de impuestos; también es posible que puedas deducir las tarifas asociadas con el alquiler, incluida la administración de la propiedad, los abogados y los servicios de limpieza.
¿SE REVALORIZARÁ TU ANTIGUA PROPIEDAD?
Las condiciones del mercado también deberían pesar mucho en tu decisión.
Si compraste la casa a un buen precio y su valor aumenta constantemente, es posible que desees aferrarte a ella y aceptar cualquier posible pérdida mensual a cambio de mantener tu inversión. También es posible que desees conservar la casa si la compraste recientemente y su valor aún no ha aumentado lo suficiente como para cubrir los costos asociados con la venta, como los costos de cierre, los impuestos de transferencia y otras tarifas.
Busca valores comparables en el vecindario para evaluar la perspectiva a largo plazo. Determina si las tendencias apuntan a que es un lugar prometedor o uno en declive. Aunque es imposible predecir el futuro, ese tipo de evaluaciones pueden ayudarte a determinar si es probable que el valor de mercado de la propiedad aumente o disminuya.
Y considera el “costo de oportunidad”. Evalúa si potencialmente ganaras más invirtiendo ese dinero en otro lugar, como en el mercado de valores u otro vehículo de jubilación.
¿PUEDES SUPERVISAR EFECTIVAMENTE LA CASA EN ALQUILER?
Ser propietario no es para todos. Pregúntate si podrás tolerar el estrés que conlleva ser responsable de la casa en la que vives, así como de una en alquiler, especialmente si es de larga distancia.
Y antes de convertirte en arrendador, debes realizar tu debida diligencia: se necesita una buena cantidad de investigación inicial sobre las licencias y otras leyes relacionadas con los alquileres en tu ciudad, condado y estado.
¿ALGUNA VEZ QUERRÁS VOLVER A TU HOGAR, DULCE HOGAR?
Si te estás mudando, ya sea por motivos laborales o personales, considera la posibilidad de regresar al área en algún momento para estar cerca de familiares o amigos. Si la casa ofrece todo lo que deseas y los factores financieros se alinean, puedes optar por alquilarla para que algún día tengas la opción de regresar.